G. White Elena |
En todo el trato que Dios tuvo con su pueblo, se nota, entremezclada con su amor y misericordia, la evidencia más sorprendente de su justicia estricta e imparcial. Queda patente en la historia del pueblo hebreo. Dios había otorgado grandes bendiciones a Israel. Su amor bondadoso hacia él se describe de la siguiente manera conmovedora: “Como el águila despierta su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas: Jehová solo le guió.” Deuteronomio 32:11, 12. ¡Y sin embargo, cuán presta y severa retribución les infligía por sus transgresiones!
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