Cartas a Jóvenes Enamorados

G. White Elena


Dos personas llegan a conocerse, se enamoran ciegamente y cada una absorbe la atención de la otra. Se oscurece la razón y se depone el criterio. No quieren someterse a ningún consejo ni gobierno sino que insisten en hacer su voluntad, indiferentes a las consecuencias.
La infatuación que los posee es como una epidemia o contagio que tiene que seguir su curso, y no parece haber forma de detener las cosas. Quizá haya entre los que los rodean quienes se den cuenta de que si los interesados se unen en matrimonio serán desgraciados toda la vida. Pero son vanos todos los ruegos y las exhortaciones. Quizás se aminore y destruya con tal unión la utilidad de uno a quien Dios bendeciría en su servicio, pero el razonamiento y la persuasión son igualmente desatendidos.

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